Galones prestados

“Eso son galones prestados”. No puedo olvidar a aquel hombre cuando me dijo una de las frases que más se me han quedado grabadas. Él, que había gozado del prestigio social, que había podido ir a comer a los mejores restaurantes de nuestra pequeña ciudad, a quien se le habían abierto todas las puertas posibles mientras cumplió su función, en ese momento se veía solo. Sin mujer, sin amigos, de vuelta a casa como en mis canciones de Blackmore. Se había roto la espalda trabajando, no para un aspirante a mago que quería volar como Ícaro sino para un montón de hormiguitas egocéntricas que le adularon mientras pudieron sacar algo de él y lo desecharon como un juguete roto cuando su organismo dijo que no podia más, como tantos otros.

Hay un momento en la vida en el que las cosas parece que no pueden ir mejor, que el viento nos da por detrás y nos empuja, que todo resulta tan sencillo y hasta fácil que no nos damos cuenta de que estamos en la antesala de la oscuridad. No es que sea la tempestad que precede la calma, es que quizás es la traca final y detrás sólo puede venir el vacío y la destrucción. Cuando triunfamos, sea en la medida que sea, en la sociedad, ocurre algo parecido. Cuando desempeñamos una función con cierta notoriedad, cuando tomamos decisiones y ganamos un poquitín más de dinero, y digo poquitín, también tenemos una pequeña cuota de poder y eso nos hace atractivos para quienes no se atreven a afrontar la vida por sí mismos, poco a poco nuestro entorno se llena de aduladores, aquellos que siempre nos ignoraron de repente nos invitan a cenar a su casa y no porque seamos pobres, y aparecen los regalos asociados a peticiones de favores que nunca cobraremos porque no somos Vito Corleone.

Qué triste es llegar a ese momento en que no te queda nadie más allá de tu familia, al menos nadie en que puedas confiar, nadie que te quiera por lo que eres y no por quién eres, ser consciente de que tu único atractivo es el tamaño de tu cartera y qué triste debe ser llegar a decir “tuve galones prestados”.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a Galones prestados

  1. verita69 dijo:

    Muy triste «Por el interés te quiero, Andrés» por desgracia a algunos no nos queda ni familia en quien poder confiar. Y amigos, con suerte si queda uno.

Deja un comentario